miércoles, 7 de mayo de 2025

Algo mas sobre nuestra historia contemporánea “el Ejército de ayer, de hoy y de siempre”

El Ejército Argentino supuestamente entre el “genocida" de antes y el "democrático" de ahora, hay muchas cosas para decir

    ¡¡¡TODO POR ELLA!!!

Por ejemplo, que miembros de las fuerzas en actividad y políticos de todos los signos se llenen la boca diciendo que estas son las Fuerzas Armadas de la democracia, como si eso las transformara en virtuosas y nosotros fuéramos la resaca de una mala noche.

Cuando uno abraza muy joven la carrera militar para servir a su Patria, no elige formar parte de una dictadura, ni tampoco de una democracia. Anhela (entonces y ahora) vestir el uniforme y seguir nuestra bandera, si fuera necesario hasta perder la vida.

Quienes se regocijan por integrar un ejército democrático, ni remotamente han tenido que pasar por las penurias, enfrentamientos, guerras y dramas que nosotros vivimos y que, obviamente, tampoco elegimos.

Somos una generación que tiñó con su sangre nuestro suelo, y no sólo los militares profesionales, también cayeron en combate muchos soldados conscriptos que merecen reconocimiento, respeto y admiración, así como la inmensa cantidad de civiles abatidos por la subversión. No sólo los terroristas que desataron la tremenda ola de violencia y la trágica hecatombe posterior han sido las “víctimas” como se los han hecho creer. porque si conocen la verdad y militan el relato, entonces son unos hipócritas.

El "golpe de estado" que se produjo en 1976 se debió a que el país estaba a la deriva, con una tremenda crisis económica sumido en una violenta ola de terrorismo revolucionario hipócrita.
Se debió a:
º A la absoluta incapacidad del gobierno nacional de entonces
º A la habitual incompetencia de la oposición para plantear soluciones viables
º A la absoluta anomia reinante
º A la Justicia juzgando a quienes les salvaron las cabezas,
º A la incapacidad manifiesta de las fuerzas de seguridad para oponerse por sí solas a la agresión terrorista
º A la falta de una legislación penal acorde
º A la liberación masiva de delincuentes subversivos debidamente juzgados y condenados
º A la posibilidad de una secesión territorial en Tucumán
º A la amenaza latente de la toma del poder por parte de muchos militantes subversivos organizados.

Los golpistas contaron con el invalorable apoyo del pueblo de la Nación, porque con un golpe de estado no se triunfa tan fácilmente si la sociedad, la Iglesia, el empresariado, los sindicatos, la clase política, los trabajadores, los medios de comunicación, etc., masivamente se le oponen.

Al contrario, se vivió una jornada de júbilo y esperanza generalizada en todos los ámbitos. Los mismos ámbitos que, recuperada la paz y su tranquilidad, ahora se hacen los distraídos y levantan el dedito acusador.

Les digo a esos personajes tan orgullosamente democráticos que yo era subteniente y estaba encuadrado dentro de una organización estatal, vertical y subordinada. Yo no elegí participar del golpe. Tampoco elegí presenciar como mataban cobardemente a mis camaradas y amigos, como atacaban nuestros cuarteles, como amenazaban a nuestras familias, y que nos eligieran como el enemigo a destruir, mientras el resto de la sociedad miraba aterrorizada y otros se lastimaban los nudillos golpeando las puertas de nuestros cuarteles.

Si son democráticos, es por suerte y obra del destino, y no porque lo hayan elegido voluntariamente. Es simplemente porque el mundo y las circunstancias cambiaron y porque la Democracia por sí sola no alcanza.

Acá no hay militares buenos y militares malos. Lo que hay es un puñado de hombres que, en su momento, cumpliendo órdenes emanadas de las máximas autoridades del Estado Nacional y encuadrados en una organización jerárquica, se la jugaron, recuperaron la paz y el orden y ahora se pudren en prisión ignorados por sus propios camaradas, y otros que tuvieron la suerte de nacer en otra época, que no debieron pasar por las dos guerras que nosotros atravesamos, muchos de los cuales, encima, tienen el tupé de repudiarnos. 

Eso no los hace mejores, ni amigables, si simpáticos, ni democráticos, ni eficientes, ni más profesionales. Entraron a las Fuerzas Armadas con los mismos sueños, objetivos, y esperanzas que nosotros. No son mejores. Ni siquiera son diferentes. Simplemente son mucho más afortunados de lo que mi generación fue. El mérito no es de ellos, sino de las circunstancias.

Ojalá este gobierno, logre cerrar la brecha que nosotros mismos permitimos que nos abran. Pero cerrar la brecha consiste en abrirles los brazos a las Fuerzas Armadas de la República a través de la historia y de la verdad sin tapujos. Sin cargarnos a nosotros la factura de la reconciliación.

Jorge Tisi Baña

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