jueves, 1 de agosto de 2019

El prestigio de la Gendarmería

Claves de la seguridad. Por Ariel Corbat. La Prensa El 28 de julio de 2019 la Gendarmería Nacional ha cumplido 81 años. Si la historia de los gendarmes comenzó en 1938 con la sanción de la Ley 12.367, preciso es decir que ya a partir de 1918 se venía cobrando conciencia de su necesidad. El efectivo despliegue operacional sobre la enorme extensión de nuestras fronteras se inició en 1939 al asentarse en Chaco el Destacamento Sáenz Peña con 9 oficiales, 9 suboficiales y 64 gendarmes. Parecía una misión imposible, pero resultó ser el instrumento adecuado para extender el dominio efectivo de la ley, requisito indispensable de la vida civilizada y la prosperidad. Desde el vamos los gendarmes fueron distintos. Forjaron una idiosincrasia particular, definiendo y despertando con su conducta esa vocación especial por asegurar la soberanía en los rincones más extremos de nuestra geografía. Y lo hicieron abnegadamente, tributando su sangre al honor y la gloria de la República Argentina. Combatieron siempre que fue necesario en un sinfín de escaramuzas contra la delincuencia, incluyendo bandoleros de leyenda como Mate Cosido. Y en su condición de policía militarizada, originada en el Ejército Argentino, frustraron las apetencias de guerrilleros procubanos en Taco Ralo, contuvieron a carabineros chilenos en Lago del Desierto, contribuyeron al éxito del Operativo Independencia en Tucumán y defendieron la dignidad nacional en la Guerra de Malvinas. “Borcegos Patria” En este punto, cuando orgullosamente recuerdo la expresión borcegos Patria con que alguien supo definir a los gendarmes, debo reconocer lo que el lector ya advirtió: profeso una marcada simpatía por la Gendarmería. Pero la actualidad institucional merece análisis y algunas consideraciones que no deben ser cegadas por ese afecto. Es claro que la fuerza atraviesa un muy buen momento: goza de prestigio social, cuenta con el pleno aval del Gobierno nacional y el personal ha mejorado su propia estima. Para interpretar correctamente la dimensión positiva de esas tres circunstancias es preciso recordar la oprobiosa situación de hace apenas unos años, bajo el régimen kirchnerista.  El 26 de junio de 2012 la entonces presidenta Cristina Fernández, en referencia a los gendarmes fallecidos yendo desde Chubut a Mendoza, admitiendo sueldos de hambre confesó que era política oficial mantener como mano de obra barata a los efectivos de la Gendarmería. Nilda Garré era ministra de Seguridad y unos meses después estalló el reclamo salarial con el inédito y gravísimo quiebre en la tradicional disciplina de la fuerza. La protesta de suboficiales y gendarmes era salarial, no más que eso, pero daba cuenta de cierta descomposición institucional; agravada porque ningún oficial superior decidió sacrificar su carrera asumiendo por camaradería el liderazgo de la revuelta. Luego, el colmo del daño a la ética profesional que el kirchnerismo causó a la Gendarmería se alcanzó el 30 de julio del 2014 con el bochorno del gendarme carancho. La memoria nos permite comparar y comprobar la mejora institucional y funcional de la Gendarmería Nacional como un logro del gobierno del presidente Mauricio Macri en la gestión de Patricia Bullrich. Sin embargo este presente, tan felizmente distinto, operacionalmente proactivo, prometedor en muchos aspectos, también entraña riegos. Desde hace tiempo los gendarmes dejaron de ser una fuerza especializada en frontera para pasar a ser una fuerza multipropósito, abarcando distintas áreas y siendo requeridos por gobiernos provinciales y municipales.  Si bien conceptualmente la frontera ha ido evolucionando de modo que obliga, en todo el mundo, a que cualquier fuerza aplicada a ella asuma nuevos desafíos e incumbencias, la identidad de la Gendarmería Nacional, su idiosincrasia, su eficiencia y su prestigio se forjaron en esa misión. Sería un grave error olvidarlo por exceso de protagonismo. Ocurre que ser una fuerza multipropósito no es lo mismo que ser una fuerza de propósito indiscriminado. Además, la especialidad de unos contribuye a la especialidad de otros; es decir a la institucionalidad y funcionalidad del conjunto.  Servicio Cívico En tal sentido debe verse como una señal negativa la Resolución 598/2019 que, con improvisación de oportunismo electoral, dispone la creación de un muy estrambótico Servicio cívico voluntario en valores. Otra vez la creatividad de los cráneos del Ministerio de Seguridad se agota en la sobreutilización de los gendarmes, casi como único recurso.  Pues bien, si como dice Bullrich "Gendarmería es la institución más valorada del país, mucho más que la educación pública" alguien debería hacerle notar que las instituciones dejan de ser bien valoradas cuando desvirtúan sus funciones. Los gendarmes no están para hacer asistencia social con adolescentes/jóvenes que ni estudian ni trabajan y -según la ministra- pueden ser adictos o tener problemas con la ley; hay otros componentes del Estado específicamente preparados para eso. Y si esa movida deja en claro que el Ministerio de Desarrollo Social no es eficiente -porque de serlo no saldría con una propuesta que extralimita su competencia específica e invade la de aquel- también expone la falta de coherencia de un gobierno desarticulado donde el Jefe de Gabinete de Ministros queda pintado. Todo ello desde una gestión en seguridad que deberá replantearse o darse por agotada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario