miércoles, 24 de julio de 2024

Cómo no salir nunca más de los 70

"Es necesario que la Justicia y la dirigencia política hagan cumplir los altos fines de nuestro Preámbulo y el principio de igualdad ante la ley"

(Fuente: elordenmundial.com) 
- Cuando los EEUU y la URSS dispusieron que el combate armado (la parte caliente de su Guerra Fría) debía desarrollarse en territorios no nuclearizados, Corea primero, Vietnam luego y, poco después, África Septentrional y América Latina se constituyeron en teatros de operaciones bélicas.

* A causa de ello, nuestro continente recibiría a partir de los `60 la más importante agresión armada de su historia moderna, producto de diseños estratégicos financiados desde el exterior

- La actuación de formaciones celulares clandestinas con capacitación y organización castrenses, mediante asaltos a unidades  militares y policiales, asesinatos, secuestros extorsivos y colocación de explosivos, rebasó las estructuras policiales y judiciales creadas
para dar respuesta a la delincuencia común.
La escalada generó la convocatoria de las FFAA para aniquilar el accionar subversivo y luego, en casi todo el continente, asumirían el poder público, aun en naciones con un historial democrático invicto, y adherirían a la ilegalidad, respondiendo con secuestros, torturas y penas de muerte sin procesos judiciales. 
El resultado no pudo ser otro que el dolor, la muerte y la desaparición de miles de personas


    Juicio a las Juntas Militares (Foto. lanacion.com.ar)

- La Argentina hizo respecto de la tragedia todo lo necesario para no librarnos jamás de ella. El “nunca más” con el cual el fiscal Julio Strassera finalizaría su acusación en el histórico Juicio a las Juntas Militares por violaciones de los DDHH se ha transformado en un nunca más saldremos del desprecio mutuo ni del enfrentamiento que nos separó; nunca más nos perdonaremos ni abandonaremos el rencor que nos divide.
Con las leyes del perdón, el presidente Raúl Alfonsín y el Congreso pretendieron cerrar las heridas. Les siguieron los indultos de la administración Menem a los comandantes condenados y a los jerarcas de las organizaciones terroristas, disponiendo indemnizaciones para los damnificados por el accionar ilegal del Estado.

- Pero ¡con el gobierno kirchnerista todo volvería a cambiar!
El presidente Néstor Kirchner les entregó la política de DDHH a las víctimas del accionar ilegal del Estado argentino, sus familiares y simpatizantes. 
Así, rápidamente
º se crearon nuevos organismos gubernamentales,
º se desplegaron decenas de programas de gobierno y nuevos beneficios económicos para las víctimas, sumando a aquellos que alegaran haberse exiliado por cuestiones políticas durante el gobierno militar y a los hijos nacidos en el exterior o llevados allí cuando eran menores, 
º se modificó la enseñanza de la historia en los colegios, enalteciendo a los guerrilleros y demonizando a los militares, 
º se crearon espacios para la memoria y parques conmemorativos en los cuales figuran solo las víctimas del accionar represivo del Estado y ninguna de las miles producidas por las organizaciones terroristas,
º y las leyes del perdón pasaron a ser llamadas “de impunidad”. 

    (Foto: perio.unlp.edu.ar)

- Simultáneamente, la nueva mayoría instalada por el kirchnerismo en la Corte Suprema de Justicia, para eludir los “obstáculos” que impedían reanudar la persecución judicial contra las Fuerzas Armadas, impondría (contra la opinión de los doctores Fayt, Belluscio y Vázquez) una nueva doctrina " aniquilando la garantía constitucional consistente en que todo delito debe estar contemplado en una ley previa y que ella no podrá nunca ser aplicada retroactivamente", "se declaró que determinados comportamientos delictivos no debían estar contemplados por escrito en leyes antes de su producción"

- Los llamados delitos de “lesa humanidad” obedecerían a una norma no escrita, una “costumbre internacional” que los consideraría desde siempre como tales y, por tanto, imprescriptibles.
Y, lo más desconcertante, tampoco serían perdonables; las amnistías y los indultos vigentes, válidos para todos los delitos sin distingo según los tratados internacionales de derechos humanos incorporados a la carta magna, pasaron a ser declarados inconstitucionales, eso sí, solo aquellos que amparaban a las fuerzas legales.
El Congreso no solo aceptó mansamente la privación de la facultad excluyente y por ende 
irrevisable, destinada a consolidar la paz interior y la unión nacional, sino que avanzó haciendo suya una potestad que es exclusiva del Poder Judicial, declarando la nulidad de las leyes del perdón
 
- La reapertura de los juicios sobre la base de estos criterios fue duramente criticada en sendos dictámenes de la Academia de Derecho y rechazada por prestigiosos juristas, entre los cuales se encontraban tanto el fiscal Strassera como la casi totalidad de los miembros de la Cámara que condenó a los comandantes. 
Se procedió desde entonces a la formación de miles de causas judiciales; se crearon secretarías especiales de derechos humanos en cada tribunal y la Justicia Federal argentina (responsable de investigar la corrupción y el narcotráfico) pasó a empeñar sus recursos ocupando sus agendas, hasta el día de hoy, en la revisión de hechos ocurridos hace medio siglo. 

- Coetáneamente, "se impuso a los procesados por estos delitos una doctrina diferenciada del resto de la ciudadanía", considerando que por el tiempo transcurrido y la clandestinidad del método estatal se habían perdido las pruebas, se le otorgó a la menos confiable de todas, la testimonial, valor indiscutible. Eso hizo que centenares de personas (acompañadas por organismos de DDHH) se presentaran y se sigan presentando en las causas como nuevas víctimas, afirmando que estuvieron detenidas en tal o cual centro secreto, con la seguridad de que nadie habrá de desmentirlas

- Las prisiones preventivas se prolongan mucho más allá de lo permitido en la ley y triplican en tiempo las de los delincuentes comunes. No se otorgaron en muchos casos libertades condicionales, salidas transitorias o la detención domiciliaria contemplada en las leyes aun cuando los detenidos superen los 70, 80 o más años.
Así, han muerto en prisión detenidos sin condena que tenían incluso más de 90 años, en una
muestra de salvajismo y abandono del trato digno a un ser humano. 
Esta doctrina especial generó la atribución de responsabilidades penales no por lo que la persona hizo o dejó de hacer, sino por el cargo que tenía o el lugar en el cual estaba destinada, sentando un tan peligroso como nefasto precedente contrario a la recta doctrina penal.

- Suboficiales y agentes penitenciarios que en los años 70 tenían apenas 20 años y hasta baqueanos que prestaron servicios en las fuerzas han sido encarcelados, mientras los miembros y las más altas jerarquías de Montoneros, ERP, FAP, FAR, Todos por la Patria y otras organizaciones terroristas no solo viven desde hace años en libertad, amnistiados e indultados, y acceden a la función pública, sino que además recibieron suculentas indemnizaciones con nuestros impuestos.
Y, por más que consideraremos siempre más grave el comportamiento delictivo llevado a cabo por un agente estatal que el perpetrado por un particular, si no se puede juzgar a las cúpulas terroristas, debemos preguntarnos si es moral y jurídicamente aceptable que se juzgue y condene a las más bajas jerarquías de nuestras Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales.

- Resulta insostenible que una persona que siempre ha estado a derecho tenga que estar esperando 30, 40 o 50 años a que a un supuesto testigo, un fiscal o un juez se le ocurra imputarla de un delito.
Con el reciente fallecimiento del último general que estaba en actividad en aquellas épocas, es hora de que la Justicia y la política empiecen a cumplir los altos fines que les impone el Preámbulo.

- El compromiso del Nunca más fue desterrar el uso de la violencia como método para dirimir las contiendas políticas locales. Nunca se necesitó para ello debilitar las garantías que protegen a los ciudadanos, ni mucho menos violar el principio por el cual nos hicimos libres: la igualdad ante la ley.
¡Todo futuro se construye en el presente!, la dirigencia debe decidir si será el de la concordia política o el del rencor y el odio perpetuos

Fuentes:
- La Nación/Editorial (02/07/2024) 

Actualización

Reflexión sobre nuestras Fuerzas Armadas
Yo sé que escribo largo y que suelo ser tedioso, pero cuando las cosas me molestan, de alguna manera tengo que dejarlas salir. Y como a las palabras se las lleva el viento y lo escrito perdura, yo escribo y firmo al pie, para que perdure.

Relacionado con lo que publiqué sobre el ejército supuestamente “genocida" de antes y el "democrático" de ahora, hay muchas cosas que me siguen perturbando. Por ejemplo, que miembros de las fuerzas en actividad y políticos de todos los signos se llenen la boca diciendo que estas son las Fuerzas Armadas de la democracia, como si eso las transformara en virtuosas y nosotros fuéramos la resaca de una mala noche.

Cuando uno abraza muy joven la carrera militar, sin más pretensiones que la de servir a su Patria, no elige formar parte de una dictadura, ni tampoco de una democracia. Anhela (entonces y ahora) vestir el uniforme y seguir nuestra bandera, si fuera necesario hasta perder la vida.
Quienes se regocijan por integrar un ejército democrático, ni remotamente han tenido que pasar por las penurias, enfrentamientos, guerras y dramas que nosotros vivimos y que, obviamente, tampoco elegimos.

Somos una generación que tiñó con su sangre nuestro suelo, y no sólo los militares profesionales, también cayeron en combate muchos soldados conscriptos que merecen reconocimiento, respeto y admiración, así como la inmensa cantidad de civiles abatidos por la subversión. No sólo los terroristas que desataron la tremenda ola de violencia y la trágica hecatombe posterior han sido las “víctimas” como se los han hecho creer. Y espero que realmente lo crean, porque si conocen la verdad y militan el relato, entonces son unos hipócritas, por decir lo menos.

En primer lugar, el golpe de estado que se produjo en 1976 no se debió a que un día un grupo de militares de alta jerarquía se levantó aburrido, con ganas de matar gente “inocente”, porque justo ese día no había nada bueno por televisión, ni jugaba la selección. 
El golpe se debió a que el país estaba a la deriva, con una tremenda crisis económica (eso no es novedad), sumido en una violenta ola de terrorismo revolucionario hipócrita, que empezó clamando por el regreso de Perón y terminó abrazado al comunismo maoísta, combatiendo a Perón y a los gobiernos de su signo.
Se debió a la absoluta incapacidad del gobierno nacional de entonces (peronista), a la habitual incompetencia de la oposición (radical) para plantear soluciones viables, a la absoluta anomia reinante, al tremendo susto (estoy cuidadoso en el lenguaje) que padecía la mayoría de los miembros de su graciosísima majestad, la Justicia (los que ahora se hacen los machos juzgando a quienes les salvaron las cabezas), a la incapacidad manifiesta de las fuerzas de seguridad para oponerse por sí solas a la agresión terrorista, a la falta de una legislación penal acorde, a la liberación masiva de delincuentes subversivos debidamente juzgados y condenados, a la posibilidad de una secesión territorial en Tucumán y a la amenaza latente de la toma del poder por parte de muchos miles de partidarios delirantes de una dictadura del proletariado a la imagen de la cubana.

Los golpistas contaron con el invalorable apoyo del pueblo de la Nación, porque un golpe de estado no triunfa tan fácilmente, sin que suene un solo disparo, si la sociedad, la Iglesia, el empresariado, los sindicatos, la clase política, los trabajadores, los medios de comunicación, etc., masivamente se le oponen.
Al contrario, se vivió una jornada de júbilo y esperanza generalizada en todos los ámbitos. Los mismos ámbitos que, recuperada la paz y su tranquilidad, ahora se hacen los distraídos y levantan el dedito acusador.
Les digo a esos personajes tan orgullosamente democráticos que yo era subteniente y estaba encuadrado dentro de una organización estatal, vertical y subordinada. Yo no elegí participar del golpe. Tampoco elegí presenciar como mataban cobardemente a mis camaradas y amigos, como atacaban nuestros cuarteles, como amenazaban a nuestras familias, y que nos eligieran como el enemigo a destruir, mientras el resto de la sociedad miraba aterrorizada y otros se lastimaban los nudillos golpeando las puertas de nuestros cuarteles.

Si son democráticos, es por suerte y obra del destino, y no porque lo hayan elegido voluntariamente. Es simplemente porque el mundo y las circunstancias cambiaron y porque la Argentina, gracias a nosotros, pudo transitar 40 años de paz, a pesar de la inutilidad total de quienes nos gobernaron. Porque como habrá quedado suficientemente demostrado: con la democracia sola no se cura, ni se come, ni se educa. Es una condición necesaria, pero no suficiente.

Acá no hay militares buenos y militares malos. Lo que hay es un puñado de hombres que, en su momento, cumpliendo órdenes emanadas de las máximas autoridades del Estado Nacional y encuadrados en una organización jerárquica, se la jugaron, recuperaron la paz y el orden y ahora se pudren en prisión ignorados por sus propios camaradas, y otros que tuvieron la suerte de nacer en otra época, que no debieron pasar por las dos guerras que nosotros atravesamos, muchos de los cuales, encima, tienen el tupé de repudiarnos. 
Eso no los hace mejores, ni amigables, si simpáticos, ni democráticos, ni eficientes, ni más profesionales. Entraron a las Fuerzas Armadas con los mismos sueños, objetivos, y esperanzas que nosotros. No son mejores. Ni siquiera son diferentes. Simplemente son mucho más afortunados de lo que mi generación fue.
El mérito no es de ellos, sino de las circunstancias.

Ojalá este gobierno, logre cerrar la brecha que nosotros mismos permitimos que nos abran. Pero cerrar la brecha consiste en abrirles los brazos a las Fuerzas Armadas de la República a través de la historia y de la verdad sin tapujos. Sin cargarnos a nosotros la factura de la reconciliación
CR (R) Jorge Tisi Baña

PD: ¡clarito como el agua!

1 comentario:

  1. Varios artículos ponemos a disposición que versan sobre la "casta judicial", el "curro de los derechos humanos" y la visita de diputados nacionales al penal de Ezeiza para conocer el estado de nuestros camaradas privados de la libertad que combatieron y vencieron al terrorismo en los ´70. Todo esto, fundamentado en la "verdad histórica", única forma de cerrar grietas y abrir el conocimiento de aquellos que durante años estuvieron escuchando un relato, orientado ideológicamente y en busca de beneficios e intereses personales.
    Continuaremos bregando para que la Historia, Verdad y Justicia encamine a la sociedad argentina sobre bases firmes y reales.

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