lunes, 8 de octubre de 2012

La ruptura de la cadena de mandos...

¿continuará e incrementará el éxodo del personal? El conflicto planteado con las fuerzas armadas y de seguridad no sólo potencia el descontento con el Gobierno. Entre el personal militar, si bien refuerza el sentido de pertenencia y el espíritu de cuerpo, su prolongación en el tiempo podría alimentar signos de desconfianza entre los suboficiales y oficiales en actividad. Mientras unos se ponen al frente de la protesta, otros acompañan el reclamo, pero no comparten la modalidad de acción sindical y evitan la exposición. Otro efecto adicional que podría generar el retraso de los salarios es el éxodo -principalmente de oficiales- a otras instituciones, como la Policía Metropolitana y la Marina Mercante, en el caso del Ejército y la Armada, y a compañías aéreas privadas, en la Fuerza Aérea. En las Fuerzas Armadas, el mayor signo de descontento por el decreto 1305/12, que redujo los salarios, se presenta en la Marina, donde un grupo de suboficiales mantiene un campamento de protesta que se mueve en sintonía con los gendarmes y prefectos que protestan por la rebaja salarial. La grieta interna quedó marcada el primer día de la protesta, cuando la conducción de la Armada -el almirante Carlos Alberto Paz y el vicealmirante Eduardo Martín- fue silbada al intentar dialogar con los suboficiales rebeldes. Una tensión similar se vivió en las adyacencias de la Base Naval de Puerto Belgrano. "Los salarios se pueden resolver por decreto. La reconstrucción de la cadena de mandos es más difícil", confió un oficial a LA NACION. En un grado menor que en el sector naval, hubo también la semana última signos de malestar en unidades de la Fuerza Aérea, reflejados en la Escuela de Aviación Militar, en Córdoba, y en el Área Material de Río Cuarto, donde el personal concurrió a trabajar, pero no realizó tareas, lo que dejó fuera de servicio a aviones de la unidad. Incluso, suboficiales vestidos de civil fueron a expresar su solidaridad con los colegas de la Armada que se manifestaban frente al Edificio Libertad. En el Ejército, en cambio, la cohesión es mayor y apenas hubo reclamos aislados de suboficiales retirados que, más allá de sus familiares, no lograron reunir voluntades para salir de los cuarteles y protestar. "La cadena de mandos está firme y el personal sabe que los superiores dieron órdenes y directivas inmediatas para corregir las distorsiones que se pudieran haber producido y garantizar que nadie cobrara menos que el mes pasado", explicó a LA NACION un experimentado oficial de la fuerza. Si bien el reclamo exteriorizado en la Armada se redujo con el correr de los días, nada garantiza que no se incrementen los focos de tensión en el ámbito militar, en la medida en que el conflicto se mantenga abierto. Al malestar por el recorte del salario se suma el creciente descontento por el incumplimiento del aumento del 21% que la presidenta Cristina Kirchner anunció en la comida de camaradería de las Fuerzas Armadas el 10 de julio pasado. Antes del polémico decreto, un suboficial mayor (la categoría más alta entre los suboficiales) cobraba un sueldo que en el rango de los oficiales se ubicaba por debajo del de un teniente coronel. "Hoy pasó a estar entre un capitán y un teniente primero, dos o tres grados más abajo", graficó un oficial a LA NACION. "Yo el mes pasado cobré $ 5500. Un compañero mío que se fue a la Marina Mercante cobró $ 27.000, y otro que fue contratado por la Policía Metropolitana tiene hoy un sueldo de $ 12.000", se sinceró un oficial, con cerca de diez años de antigüedad. "Además de reconocer los años de servicio y ofrecer mejores sueldos, la Metropolitana aparece como una alternativa seductora por la estabilidad habitacional, ya que todos los destinos son en la ciudad de Buenos Aires", comentó el militar que prefirió quedarse en su puesto. Expuso así, una situación que en los últimos años se había vivido con mayor intensidad en la Fuerza Aérea, donde la falta de recursos por restricciones presupuestarias generó un éxodo de pilotos a líneas aéreas privadas. En todas las fuerzas son conscientes de que con el decreto 1305/12 es más negocio permanecer en un puesto que ascender. La norma, que ahora el Gobierno dispuso revisar, dispone el cobro de suplementos por responsabilidad jerárquica para el 35% del personal y por "administración del material" para el 55% del plantel. Ello revela que un 10% en cada cargo -entre 7000 y 8000 oficiales y suboficiales- quedarían fuera del beneficio. Los excluidos, según los criterios que se aplican para el pago de los suplementos, serían los recién ascendidos, es decir, los premiados por su preparación y aptitud, ya que los más antiguos tendrían prioridad para el pago de los suplementos. Un recorte con impacto interno La aplicación del ajuste no fue un mensaje positivo 10% de los militares son los que quedarían fuera de los beneficios otorgados por el polémico decreto 1305 Recién ascendidos son los más perjudicados por la medida. Es una mala señal interna, ya que se trata de quienes fueron premiados por su aptitud y preparación. Los más beneficiados son los que se quedaron en sus cargos Ibatín.

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