viernes, 21 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

Queridos hermanos: Durante esta época del año, estamos siendo bombardeados por la publicidad para comprar todo tipo de cosas. Posiblemente estás invitado a muchas fiestas caracterizadas por los excesos. Quizás nos tenga preocupados y ocupados el que algunos esperen de nosotros obsequios, - más que afecto - sobre todo los pequeños, que víctimas de su propia inocencia y de la ambición egoísta de grandes comercios que se anuncian en TV, nos exigen, a veces sin palabras. O, también, quizás nosotros mismos nos exigimos exageradamente, contra toda razón valedera, queriendo disfrutar o cumplir con todo mundo, restando, pienso que sin querer, importancia al verdadero sentido de la Navidad y el fin del año. Este tiempo de Adviento, Navidad y fin de año, convirtámoslo en un tiempo especial de reflexión. Recuperemos el verdadero sentido de esta época: -Recordar el pasado, quiero decir, celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. Dios vino en la carne, con humildad y pobreza; vino como nosotros, ser humano entre los seres humanos. -Agradecer: “¡Donde quiera que mire, con los ojos del corazón, - escribió San Juan de Kronstadt - dentro o fuera de mí, en todo veo una causa poderosa para agradecer y glorificar al Señor!”. Una vez escuché a alguien decir sinceramente: “¡Oh Dios, gracias por mi cáncer!”. Y tiene razón porque, pensándolo bien, todo es un don del Señor, para nuestra santificación y salvación. -Vivir el presente de nuestra vida, cada día, teniendo como modelo a Jesús, nuestro Señor, y como abogada a Santa María, nuestra Madre; siempre vigilantes, transitando por el camino de la oración, la verdad, la justicia y el amor para con Dios y nuestros semejantes, aumentando nuestra fe y acompañándola con obras, perseverando a pesar de todo, como nos dice Cristo: “... el que persevere hasta el fin, ése se salvará” (Mateo 10,22). -Preparar el futuro, aportando nuestro granito de arena al Plan Divino, viviendo como hijos fieles del “Padre nuestro que estás en el cielo...” Viviendo como hermanos buenos de los demás; perfeccionándonos en nuestra naturaleza racional, quiero decir, en el espíritu, y en nuestra adoración, para lograr de manera continua y creciente, el gozo de la convivencia con Él. -Aprovechemos este tiempo para pensar qué tan buenos adoradores hemos sido y qué vamos a hacer para ser mejores. Hagamos un “alto” para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios. Hagamos un plan para mejorar, perfeccionarnos, ir creciendo en las virtudes y en el amor. ¡Que Dios te bendiga. De todo corazón, a ti y a tus seres queridos les deseamos lo mejor en esta Navidad, Año Nuevo y siempre!. Con Cristo y María, ¡Paz y Alegría!

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